Peso neto: 180 g
Peso bruto: 365 g
205 ml
40h de quemado aproximadamente si la vela se cuida de forma adecuada.
Calmante en episodios de estrés, mejora la creatividad y nos ayuda a expresarnos, a sacar lo que llevamos dentro. Simboliza el valor y la paz.
Iznájar
Mi pueblo, mi historia.
¿Cómo no iba a hacer una vela de él? Si para mí, es otra maravilla del mundo.
Las velas me han hipnotizado desde pequeña. Recuerdo unas vacaciones con mis padres, tendría yo 4 años, no recuerdo apenas nada, pero, ¿sabéis lo que no se me olvida? Cuando me escabullí de ellos porque vi a muchas personas haciendo cola en la puerta de lo que parecía una tienda y entré, era una especie de taller, en el que hacían velas en directo y podías comprarlas. Eran unas velas raras, velas de muchas capas de colores y unas formas muy raras.
– no tenemos dinero para comprar velas, la miras y ya está.
– vale mamá
y no sé ni el rato que yo pasé allí dentro, ni la cara que debí poner pero imagino que el tiempo suficiente para que aquel hombre mayor se diera cuenta de lo que me estaba fascinando ver eso, tal sería mi asombro, que me regaló una vela, pequeña como yo, pero para mí, con un significado millonario, que aun conservo, mi vela de color salmón, azul y blanca.
A partir de ahí, cuenta mi madre que siempre le pedía velas, fuera donde fuese.
Años más tarde y con el mismo sentimiento, aunque adormecido, es cuando empecé a ver vídeos y hacer formaciones y ¡aquí estamos!
El sentimiento no tardó ni dos vídeos en despertar de nuevo y esta vez, mucho más fuerte e inquietante.
Esta idea surgió a partir de un mercadillo medieval que se lleva a cabo en el pueblo todos los años. Siempre me ha gustado ir como compradora, pero esta vez quería saber qué se siente al estar en el otro lado, desde montarlo todo, vivirlo desde dentro, conocer otros artesanos, aprender (esto siempre)… hice muchas velas, pero me faltaba algo, me falta “La vela”; y así es como le dimos la bienvenida a la familia maravillosa que estábamos creando a Iznájar, Córdoba.
El pueblo que me ha visto crecer, si a mi “yo” de hace 15 años le digo que iba a estar aquí, haciendo velas, (que no sabía lo que me apasionaba esto, hasta que un día decidí hacer unas cuantas para familiares y amigos) y que le iba a hacer tanta ilusión hacer una vela de su pueblo…
Su aroma a flores frescas como cualquier patio Cordobés en mayo, pero también como el patio de las comedias del pueblo. Su piedra, amazonita, me costó elegirla; más que nada porque nunca había escuchado hablar de ella. Pero buscando y buscando, ¡la encontré!
Una piedra de color verde agua, haciendo referencia a el pantano que rodea al pueblo. También quería que ayudara con la relajación en episodios de estrés y la creatividad.
Hace años solía coger un libro e irme a la horilla del pantano, en la “playa de Valdearenas”; solamente sentarme y leer con el sonido del agua y los pájaros de fondo, era una de mis pasiones. Años más tarde, en uno de mis paseos, ya sin libro y con unas pequeñas voces de fondo (soy mamá) andando por aquel mismo lugar es que me vino la idea de que ésta vela tenía que ser así y no de otra manera.
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